Pregón taurino de Palos de La Frontera, Huelva. 2010.
Su ilusión, era la nuestra, cuando recorríamos el camino de arropar a Paco Guerrero, un pregonero amigo, como venimos haciendo, salvo contingencias imprevisibles, cada vez que los nuestros, son requeridos para hablar de la Fiesta Nacional, y en la presente ocasión, en la Casa de la Cultura de Palos de la Frontera y organizado por la Peña Taurina José Doblado, una entidad con hechura de grandiosa torería.
El toro como ser vital de la fiesta, crea en el alma del pregonero, todo un alto caudal de inquietudes y zozobras, quizás arrastrado por la enorme afición del bravo y sus características vitales.
No hay duda, que para ser analista y crítico de la fiesta, se necesita unos vastos conocimientos del toro de lidia, de su crianza, sus antecedentes, su historia, sus raíces genealógicas, su medio ambiente, y con estos antecedentes, la alquimia de su selección y sus comportamientos
Su vida, fue un desaforado intento de integrarse en todo el misterio del toro, quizás llevado por su interés en descubrir los misterios que perviven en torno a la singularidad de una raza peculiar y adornada con un denominador común e ineludible de la casta como motor de su agresividad ante la lidia.
Se enamora a través de su ingente búsqueda, de todo lo que rodea al toro, no pasando por alto, nada de sus costumbres y ritos, sabiendo aplicar en cada momento de su labor crítica, los conocimientos adquiridos a través del estudio del toro de lidia.
El campo y la dehesa, es su habitat natural y el recreo de su alma, sin que en ningún momento se pueda pensar, que sus palpitaciones camperas se malogren por contraprestaciones bastardas, favoreciendo con sus argumentos, a los ganaderos y a los profesionales del toreo.
Así fue narrando sus sentimientos, una pasión desbocada hasta lo infinito, adornándolos con lances líricos de su paisano Juan Ramón Jiménez, sin dejar detrás, referencias serranas de Juan de Mata, con remates preciosistas de su tauromaquia costumbrista.
La narración del paisaje, fue un recreo del alma, donde la vida emerge por la creatividad del pregonero, que en su decir, se embriaga de los mejores aromas del amatranto y la jara de las dehesas, entremezclada con el romero el almoradú.
No faltaba en sus referencias, los muchos caminos y veredas polvorientes, recorridas por la la pasión desbordada por el toro bravo, sin olvidar a sus compañeros de fatigas, que hacen sin renuncias, los caminos para contar y narrar los hechos de la Fiesta Nacional.
Y llegó el momento de cantar las excelencias del cartel, con la presencia de los campos de su Jaén natal, con las reses de Guadalmena, para que una terna de impresionante sabor taurino, viniera a enriquecer la corta historia de su jovencísima plaza de toros, todo un lujo de arquitectura y sabor de torería, para que en su ruedo, hagan el paseíllo Manuel Jesús El Cid, una tauromaquia de profundo sabor al natural. Alejandro Talavante, la verticalidad aplomada de manos bajas. Y José Doblado, una ilusión de incontestable sabor a cante grande.
Y remataba con infinita emoción, después de cantar al TORO, los sentimientos de una pasión, su gran pasión, la que le pudo y le doblegaba, para tirar al ire su ofrecimiento ¡VA POR USTEDES!.
Presentaba al pregonero, un novel en estas experiencias, Oliver Rodríguez, que recogió el reto del cabecera del cartel y cubrir la responsabilidad de este gran momento, dando toda una muestra inequívoca de lo que no debe ser un presentador. La figura y jefe de cuadrilla, era el pregonero, y su peón de confianza, el presentador, que debería haber sido más conciso y preciso, no convirtiéndose en una figura de frases brillantes, en detrimento de quien estaba acartelado para tal menester.
Así y de todas formas, ser protagonista de la fiesta, es vivir intensamente el brillo de su pregonero, al que tuvo que poner el toro de su pregón en suerte, para que así ocurriera, obligando al mismo, a superar el trance y que su manifiesta intención, le llevara al final, quedar en el olvido, a pesar del gesto generoso de Paco Guerrero.
Fue novel y se observó su inexperiencia, pero no por ello, quiero dejar de señalar, que habrá que sentirlo y vivirlo, cuando llegue su momento, que llegará, y puedo asegurar, que lo hará con exultante brillantez, y eso fue en mi interior la huella dejada.
Cipriano Díaz
Palos de la Frontera 16-04-10