"Recuerdo de Eduardo Mediavilla". Artículo de "Barquerito"

Lunes, 14 de Marzo de 2011 00:00
Imprimir

Todos los treces de marzo cumplía años en Valencia, adonde venía para los toros dos o tres días, un tipo estupendo que se llamaba Eduardo Mediavilla, estupendo aficionado, que fue propietario de una de las mejores imprentas taurinas de Madrid, gráficas Garme. Eduardo fue un hombre muy generoso, espléndido, y perdonó deudas a no se sabe cuántos toreros y empresarios modestos, de los de los pueblos. Llegó a apoderar en su última época a Juan José, aquel torero de La Fuente de San Esteban que estuvo a punto de perder la vida en un accidente de carretera pero sólo perdió un ojo, y nunca la afición. Por Juanjo -él lo llamaba así- Mediavilla se dejaba matar. O págaba por verlo torear.

Como Manolo Chopera quería a Mediavilla casi tanto como Eduardo se merecía querer -y ser querido- le puso un día al torero. En Salamanca. Con Capea y Robles. Y a Juan José se le ocurrió torear con la izquierda un toro. Pero no lo mató.

Eduardo reservaba mesa en el chiringuito de Enrique Grau (El Palacio de la Bellota), junto a la calle Ruzafa, y sentaba todos los años a sus dos íntimos amigos: Curro Fetén y don Antonio Portabella, que acaba de irse al otro mundo. Y, luego, íbamos unos cuantos. Invitados a todo. No recuerdo a Eduardo por lo espléndido -y podría, porque todavía me encuentro por casa regalos suyos (programas, carteles, estuches de escribir y demás recados del oficio- sino por su bondad infinita. Y su ingenuidad candorosa de taurino que creía en los Reyes.

Después de la batalla de Salamanca, año 87 me parece, te veía y te preguntaba: "Oye, Barquerito, ¿y a ti no te parece que Juan José podría caer perfecto en este cartel...?" El cartel que fuera: Juan José y dos más.

Vale. Eduardo se fue al otro mundo hace siete años. De los que nunca se olvidan.

 

Última actualización en Lunes, 14 de Marzo de 2011 09:56