El toreo no es solo Morante o Roca Rey. Hay un toreo en la sombra que escapa a la tinta de los titulares, a los sonidos del micrófono o al confort de un vuelo en primera.
Es el toreo de hostales de mala muerte, de vestidos desgastados o de carreteras del Perú, sin quitamiedos y con quitapenas. Son héroes de valor por necesidad. Fernando Robleño es uno de ellos.
No tiene jefe de prensa, ni mucho menos veedor. Esta tarde ha firmado lo que muchos ya han calificado como la faena del año en la primera plaza del mundo, en Madrid, ante un poderoso José Escolar de nombre Camionero.
Es la otra cara del toreo.

Tauroten, el mundo del toro como jamás te lo han contado