TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

  • Incrementar tamaño de la fuente
  • Tamaño de la fuente predeterminado
  • Decrementar tamaño de la fuente

Madrid. Crónica de Barquerito. Más que un mano a mano, un chasco.

Correo Imprimir PDF

Corrida de nota de Victoriano del Río


Un quiero y no puedo de Borja Jiménez y un desarbolado Fernando Adrián


Anunciado como un duelo de triunfadores de San Isidro, fue un espectáculo muy por debajo de las expectativas

 

Madrid, sábado, 5 de octubre de 2024. (COLPISA, Barquerito).- Las Ventas. 5ª del abono de Otoño. Casi lleno. 21.412 almas. Nublado, templado. Dos horas y cuarto de función.

Seis toros de Victoriano del Río.

Mano a mano. Fernando Adrián, silencio, silencio y división tras aviso. Borja Jiménez, vuelta tras aviso, silencio tras aviso y silencio tras aviso.

Álvaro de la Calle, sobresaliente, no fue invitado a intervenir.

 

LOS DOS PRIMEROS toros de Victoriano del Río fueron de categoría. Corto de cuello el primero, tan astifino como iban a serlo todos los demás, galope vivo de partida, entrega en dos varas -un mero picotazo la segunda- y, crudo del caballo, una incansable manera de arrear y repetir después. Dechado de codicia, las señas de la bravura alegre y sin segundas intenciones. Fernando Adrián se vio desbordado, no pudo llegar ni a pararse, no le consintió el toro. Un desaire. Estaba la gente a favor de obra, pero el reducto censor de las Ventas se dejó sentir en cuanto el renuncio de Adrián se hizo flagrante, inocultable. Una estocada desprendida a paso de banderillas. La ovación para el toro en el arrastre fue de gala.

Para el segundo hubo también ovación cerrada. Castaño listón -negros los cinco restantes-, remangado de cuerna, espléndidas hechuras, dos respetables púas, empujó en el caballo, persiguió de bravo en banderillas y, roncos mugidos, quiso a todo y bien. Sin el fuego vivo del primero, pero con el ritmo bueno de los toros caros. Impecable. En el recibo, después del saludo de rodillas con larga en el tercio, casi los medios, Borja le había pegado cuatro lances desgarrados, los mejores de su firma en toda la tarde. En ellos ya se cantó el son del toro. Una faena de desiguales logros. Muy abierta de compás la postura en el toreo en redondo ligado en el sitio, prueba fallida con la izquierda y solo un vibrante arreón final: tres naturales frontales a pies juntos cosidos con un ramillete de muletazos genuflexos. El toro parecía listo por una segunda faena. Un pinchazo en la suerte contraria, un aviso, una estocada y una vuelta al ruedo excesiva.

Cornialto, largo y hondo, el tercero se dolió en banderillas y, venido arriba después de banderillas, volvió a poner en entredicho a Fernando Adrián, acelerado primero, descubierto después, rígido, limitado al toro pasa, pasa toro, en muletazos sin vuelo. Una estocada perpendicular soltando el engaño. No hubo causa. Sin los clamores de los dos primeros toros, el arrastre del tercero fue también muy celebrado.

Era corrida mano a mano, pero no hubo en el ruedo ni sombra de rivalidad. Borja Jiménez salió a quitar en los tres toros de Adrián, pero brillante solo en lances sueltos. Adrián quitó por delantales en el cuarto. Sin eco. Del recibo de hinojos en el tercio ha hecho Borja ya rutina y no perdonó con el cuarto de corrida, que iba tomarle la temperatura. No se había visto bien el toro en el caballo y, como medida cautelar, Borja abrió faena genuflexo primero, las dos rodillas hincadas después, y lo hizo apretando demasiado, tanda en tablas y en un palmo, impropia, asfixiante. Lo pagó el toro, mermado. No a la defensiva, pero rácano para emplearse. Dos desarmes, muchas voces, trasteo amontonado, se ofuscó Borja, que, como suele, se perfiló muy de largo con la espada y en la suerte contraria. Dos pinchazos -hondo el segundo- y tres descabellos. Un aviso.

Abierto, ancho de cuna -corrida de variada encornadura-, el quinto fue toro de buen aire, enterró pitones en el remate del quite de Borja y pareció querer tablas. Adrián optó por la temeridad. Tanto le pesaba la tarde. De rodillas en el tercio, abrió de largo faena con un pase cambiado y una tanda que fue embrollo. Salió apurado, casi cogido, un pitonazo en el chaleco. Indiscutible la entrega del torero de Torres de la Alameda, ahora más calmado, pero sin gobierno del toro, muletazos de abajo arriba, el trazo bueno de alguno suelto y un nuevo susto porque, abierto un hueco, el toro lo tuvo casi prendido por la entrepierna y le levantó los pies. Fue entonces cuando se dividieron sonoramente las opiniones. Los censores, palmas de tango. Y la reacción de los conmovidos por el susto. Una estocada atravesada, un aviso, dos descabellos.

El sexto, el de más cara de la corrida, corretón, distraído, toro incógnita, muy castigado en el caballo, toro de ir y venir, le pesó a Borja más de lo pensado. Un esfuerzo visible, visible también la fatiga. Faena repetitiva, despegada, larga sin razón. Una estocada. Un aviso. Una notoria desilusión.

===========

Cuaderno de Bitácora.- En una formidable página doble central de La Vanguardia de hoy, aparece en un grafismo de verdad logrado una visión panorámica del ruedo y las tribunas de la plaza de toros de Tarragona, donde dejaron de darse de toros a raíz de la prohibición en Cataluña.. Entre sábado y domingo se celebra en ese escenario singular el concurso de castellers "más grande del mundo". El gráfico es, además de bello, muy didáctico. Los castells no tienen la complejidad de la tauromaquia, nada que ver, pero al profano le parecen un milagro. Como la tauromaquia a quien la conoce por primera vez.

A diferencia de la de Girona, derribada para erigir en su lugar un edificio de juzgados, la de Tarragona fue preservada por su valor arquitectónico. Tarragona tuvo durante un cuarto de siglo un empresario independiente respetado y admirado por todo el toreo: ganaderos y toreros. No sé su nombre completo. Todo el mundo lo conocía por Moyita- Moyita organizaba una temporada clásica de las de la época. Corridas los domingos, y primeras figuras. Figuras de verdad. De Antonio Ordóñez a El Viti.

Hierros de prestigio, el toro de plaza de segunda que entonces no fallaba. Moyita gastaba una pequeña fortuna en publicidad. La parte de impoenta de esa publicidad se encargaba a Eduardo Mediavilla y a su taller de Carabanchel. Eduardo era tan formal como Moyita. Tuve la fortuna de tratarlo. Los treces de marzo celebraba su cumpleaños en Valencia invitando a su mesa a los amigos. Y siempre salía el tema de Moyita, de cómo era Moyita de formal y de bueno. Y tú, lo mismo, Eduardo. Quién sabe si no más...

Última actualización en Sábado, 05 de Octubre de 2024 20:15