Toros propicios del Puerto y La Ventana, con un sexto sobresaliente, y un sobrero guerrero de Juan Pedro Domecq
Entrega valiente de Román y empeño sincero de Rufo
Manzanares, opaco y ajeno
Madrid, viernes. 4 de octibre de 2024 (COLPISA, Barquerito).- Las Ventas. 4ª de la Feria de Otoño. Casi lleno. 21.003 almas. Veraniego. Dos horas y diez minutos de función.
Cinco toros de Lorenzo Fraile -1º, 2º y 6º, con el hierro de Puerto de San Lorenzo, y 4º y 5º, con el de La Ventana del Puerto- y un sobrero -3º bis- de Juan Pedro Domecq.
Manzanares, silencio en los dos. Román, saludos tras aviso y silencio. Tomás Rufo, silencio y vuelta al ruedo.
TRES DE LOS cuatro toros de Puerto de San Lorenzo que entraron en sorteo, de hechuras y condición distintas, dieron buen juego. Cada uno, de una manera. La palma se la llevó el sexto, pronto y fijo, embestidas suaves, serias y repetidas, bravo en el caballo, completo en los tres tercios. El toro, que salió al salto como los toros de rodeo, tomó engaños por abajo y lo hizo en los medios con mayúscula regularidad. A pesar de su querencia a la puerta de toriles, el primero fue toro de acompasado son. Tardaron en salirse y tardó en fijarse, pero, en cuanto acudió a reclamo, se definió en bonanza. El segundo, 640 kilos bien repartidos, alzada superior a los demás, atendió a los cites en distancia, cabalgó de largo con ritmo propio, se abrió en las repeticiones, acusó la querencia a tablas pero se sujetó siempre que fue reclamado. Quedó sin verse un tercero de espléndido remate, frío de salida, las manos por delante, tentado por las tablas, picado en la puerta y devuelto por perder una mano pero sin haber llegado a hacer ni intento de caerse. Entró en liza un primer sobrero del hierro de Juan Pedro Domecq, muy bien hecho, de llamativa movilidad, la cara arriba de partida, nervioso, guerrero, receloso y pegajoso, o las dos cosas a la vez. Después de las muestras tan dóciles de los primeros del Puerto, el toro, brusco de salida, supo a picante. Completando la corrida titular del Puerto entraron dos toros de La Ventana, el segundo hierro de la casa, de línea Domecq. El cuarto, tundido en varas, sacó muy buen aire por la mano derecha. El quinto, las fuerzas menguadas, parado antes de tiempo, fue toro noble pero sin poder. Fuera de las rayas, aguantó en pie pero en faena empeñosa y mal medida.
De modo que hubo toros y ninguno fue de los de hacer sufrir. Por su punto belicoso solo el sobrero cabría en la categoría de los tildados de exigentes, aunque no tanto. Se arrastraron con las orejas puestas los seis. A la faena firme, fresca, atrevida y desenfadada de Román con el segundo -el toro que se vino cabalgando de largo en tres bazas- le faltó continuidad, también ajuste aunque no ligazón, le sobraron pausas y, en fin, en corto y por la mano izquierda, ya sin la inercia de las galopadas, al toro le costó más darse. De más a menos la fuerza del trasteo que Román concluyó de media y descabello. A la de Tomás Rufo con el sexto, que fue de mucho querer, planteada en los medios casi desde la apertura, la mano baja, de ajuste desigual, le faltó seguridad en si mismo y mejor gobierno del toro, que tanto quiso por las dos manos. Las voces críticas del temido tendido 7 llevaban dormidas toda la tarde, pero despertaron en cuanto la faena de Rufo pareció tomar vuelo. Los reproches provocaron la reacción a favor del torero. Una escena clásica de San Isidro o de corrida grande. Se quedó la cosa a medias.
Manzanares toreó despegadísimo al buen primero y se abstuvo con el notable cuarto. Ni una idea ni un detalle. Román porfió sin brillo con el quinto, que pidió supremo pulso.
A Rufo se le atragantó el sobrero de Juan Pedro, que enganchó engaño y se revolvió con una chispa de temperamento. No hubo ni dos muletazos seguidos.
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Cuaderno de Bitácora.- Cuatro meses sin pasar por la oficina. No estaba en aviso de las obras para instalar dos o tres ascensores en metro Ventas, que solo conserva una de sus dos bocas. Hubo una primitiva en la esquina de Alcalá con Julio Camba. Primitiva y única. Era estación término unida con las cocheras. También la boca más torera. Estaba por remodelarse el entorno de la plaza y por idearse la llamada Operación Puente de Ventas, que fue una obra muy costosa, interminable, sospechosa y discutible.
Las bocas nuevas -sales de ellas y te encuentras de frente el templo monumental- son toreras.. Obligadamente. En el vestíbulo, muy raro por todo, confluyen los viajeros de las dos líneas que tuvieron por destino Ventas. De eso hace ya tiempo. La 2 cruzó el puente en pendiente subterránea camino del cementerio, de Alsacia -nombre de calle con intercambiador de rutas para la periferia sudeste (Coslada, Mejorada)- y de un barrio que lleva por nombre Las Rosas. Pero no hay rosales.
La 5 se extendió rumbo a Alcalá de Henares pero con destino final en Canillejas. El cruce de la calle de Alcalá con la autovía de Barcelona es uno de los más agitados de Madrid. Antes de existir el cruce, ese punto era solo una curva suave de la vieja carretera de Aragón, otro nombre bonito. De Canillejas se acabó haciendo una extensión hasta la Alameda de Osuna, el parque más coqueto de la periferia. Capricho ducal. Con un singular laberinto. Los aviones de llegada a Barajas sobrevuelan el cruce, el palacio ducal, el jardín y el laberinto. Las obras no durarán más de seis meses, Pero el paisaje creado por ellas merece la pena. Han desaparecido bajo lonas de protección las estatuas del doctor Fleming y Luis Miguel Dominguin, y también el friso del encierro.