Regalado por la fortuna en el sorteo, firma dos faenas de desigual trama pero generosamente recompensadas por público y palco. Tres orejas
Una faena de gran emoción de Luque pone a la gente de pie
Dos toros soberbios de Victoriano del Río
Sevilla, 27 sep. (COLPISA, Barquerito).-1ª de San Miguel. Corrida de abono. Casi lleno. 12.000 almas. Veraniego. Dos horas y media de función. Luz artificial en los dos últimos toros. Un minuto de silencio en memoria de Paco Camino y Pepe Luis Vázquez.
Seis toros de Victoriano del Río. El segundo, Dalia, 530 kilos, premiado con la vuelta al ruedo.
Castella, una oreja y silencio. Talavante, dos orejas y oreja. A hombros por la Puerta del Príncipe. Daniel Luque, oreja tras aviso y silencio.
Brega notable de Juan Contreras. Dos pares soberbios de Iván García.
LOS DOS PRIMEROS toros de la corrida de Victoriano del Río fueron de excelente nota. Pertenecientes a reatas contrastadas, premiadas y célebres, Dakar el uno, Dalia el otro. De hondo cuajo el primero, que sangró mucho sin apenas emplearse en el caballo y rompió en la muleta con codicia temperamental. Precioso remate el remate del segundo -la lámina, sus proporciones- que tomó dos puyazos casi seguidos -el segundo, de compromiso- y embistió, de principio a fin de una profusa y a ratos aparatosa faena de Talavante, con un ritmo, una entrega y una fijeza fuera de lo común. Arrollado Talavante en la reunión con la espada, caído en la cara tras enterrar una estocada desprendida, el toro no hizo por él en una supina exhibición de nobleza. Talavante se retorció dolido pero no tardó en alzarse para ser testigo privilegiado de una muerte sencillamente fantástica por su ciega resistencia. Hasta en la hora de doblar tuvo entrega el toro. La muerte tan de bravo levantó una formidable ovación corrida que estalló en el momento de rodar sin puntilla el toro. Con tablas de veterano, Talavante corrió hasta los medios para reclamar sus méritos, compartidos entonces con el toro. Uno tras otro asomaron dos pañuelos blancos -las dos orejas- y el azul que distinguía con la vuelta en el arrastre a este toro prodigio. Es probable que el premio de las dos orejas fuera excesivo, pero un exceso había sido la oreja del primero de la tarde ganada por un Castella más firme y vertical que inspirado. Tanto la faena de Talavante como la de Castella tuvieron espectaculares aperturas, sendas tandas complejas cosidas en ovillo y aguantando las repeticiones a chorro de uno y otro toro. Las dos contaron con la bendición y el beneplácito de la banda de Tristán. La de Castella fue a derechas -parvo empleo con la izquierda- y la de Talavante, surtida por las dos manos, de ajuste desigual, rematada con algún cambio por delante, o la arrucina cosida con el de pecho y un final, que no vino muy a cuento, de muletazos genuflexos para la galería y, de paso, como muestra de alarde.
No es que estuviera embistiendo la corrida de Victoriano del Rio. Es que se estaba saliendo del marco y, además, con dos toros de tan distinta música. Todo cambió de repente. Altón y ensillado, el tercero fue muy de otra manera. Agresivo, violento también. Un segundo puyazo trasero agravó su manera de derrotar ya anunciada en el notable recibo de capa de Daniel Luque. Los trallazos del toro en cada salida de suerte cargaron de emoción una faena severa, segura, de alto riesgo, sobresaliente cuando Luque resolvió atacar por el palo del valor, De una suerte tan de ventaja como el circular inverso sacó Luque provecho para abrir y cuajar dos tandas de media docena o más de muletazos por alto ligados en la distancia cero. La segunda de ellas puso a la gente de pie. Y, luego, una especie de rizo rizado final antes de atacar a ley con la espada. Tardó en doblar el toro herido de muerte y sonó un aviso en el momento en que lo hizo.
Dos de los toros restante de la corrida fueron de pobre nota. Un esbelto, hermoso, tardo y desganadísimo cuarto, y un sexto encogido y acobardado que estuvo a punto de afligirse. Castella se puso pesadísimo con el cuarto. Luque abrevió como exigía el guión. El quinto, el más armado de los seis, fue harina de otro costal. Con las dos gentiles orejas del primer turno de Talavante, el toro tenía la llave de la Puerta del Príncipe, y la inmensa mayoría de la gente estaba por la labor. Talavante, también. Una faena encarecida por lo ofensivo del toro, claro y noble, pero algo atrabiliaria, de dientes de sierra, a veces descarado Talavante, a veces escondido en la pala, a suerte cargada o no. No sin golpes de sorpresa -un afarolado, un desplante frontal sin armas, muletazos mirando al tendido, paseos pavoneándose-, la faena tuvo su mejor momento en una tanda de naturales tirando del toro y abriéndolo, y su lastre en la falta de conjunción por perder pasos. Una estocada sin puntilla desató el delirio de un ambiente desbocado. Y Puerta del Príncipe…
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Cuaderno de Bitácora.- Hay dos, tres y hasta cuatro Trianas.Para empezar, la antigua y marinera, la que se ve desde la otra orilla del río, tiene dos partes diferentes. De un lado, la calle Betis -la estampa de postal- y Santa Ana con su entorno; y de otro, separada por el Altozano y la calle San Jacinto, la Triana alfarera, el Castillo, el mercado, el romántico paseo de ribera, la calle Castilla hasta Chapina y la iglesia del Patrocinio donde se rinde culto al Cachorro, el Cristo trianero por excelencia. El puente de Triana, el más hermoso de los puentes de Sevilla, delimita al llegar al Altozano esas dos Trianas.
Y luego están las otras dos o más, las que desde el río no se ven. Hay un autobús 43 con un recorrido circular que hace una ronda bastante completa de la Triana digamos popular, la de las barriadas obreras. Es la de más densa población de la ciudad. O eso parece. El recorrido no llega a trasponer los límites de la Avenida de la Repùblica Argentina, ni roza el barrio emblema de la burguesía sevillana: Los Remedios.
Los barrios periféricos de la Triana obrera tienen también nombres propios. El Tardón, El Turruñuelo y la barriada del Carmen, que es la más pobre. Los barrios de esa Triana crecida en los años 60 o 70 están urbanizados con buen criterio. La alineación de viviendas de cuatro o cinco alturas es armoniosa. Si se trata de torres de diez alturas, también. Me parece que la Triana que no se ve desde el río no está bien comunicada, que harían falta muchos más autobuses. No solo el 43, y el 40. Pero no puedo opinar.
Estaba la tarde de ayer revuelta y nublada, muy ventosa, y en la parada de la Plaza de Armas tomé el 43 para hacer la ronda circular entera hasta acabar, tras media hora de travesía, en Reyes Católicos, en el Arenal. En la espera, pegada la parada al Puente del Cachorro, junto a la Estaciòn de Autobuses, vi desfilar a toda pastilla autobuses de línea que comunican Sevilla son sus periferias Sur y Oeste. Vi pasar, por ejemplo, el de La Puebla del Río. Iba casi vacío.