TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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Bilbao. Crónica de Barquerito: Ponce se despide en un festejo soporífero.

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El torero valenciano, aclamado en una vuelta al ruedo triunfal


Pobre y mansa corrida de Daniel Ruiz

Bilbao, viernes, 23 de agosto de 2024. (COLPISA, Barquerito).- 6ª de las Corridas Generales. 4ª corrida de toros para lidia a pie. 11.500 almas. Caluroso. Dos horas y treinta y cinco minutos de función.

Seis toros de Daniel Ruiz.

Enrique Ponce, que se despedía de Bilbao, ovación y palmas tras aviso. Vuelta al ruedo al final de la corrida. Roca Rey, silencio y ovación tras aviso. Pablo Aguado, de Sevilla, que hizo su presentación en esta plaza, silencio y ovación.

TERCIADO Y RECHONCHO, colorado ojo de perdiz, el toro con que se estrenaba en Bilbao la ganadería de Daniel Ruiz fue recibido con un ligero coro de palmas de tango. Las palmas de tango se repitieron también al asomar el segundo y el cuarto de corrida. El toro del estreno se pegó media costalada antes de acudir al caballo y perdió las manos al cobrar dos varas, la segunda, simulada. Fue codicioso y metió la cara, y las dos cosas acentuaron su indisimulable flojera. Besó el suelo al segundo viaje con Ponce ya delante sin previo brindis. De abajo arriba los primeros muletazos para tener al toro en pie, y pasos perdidos por no obligarle más de la cuenta. A pulso intentó Ponce algo por la mano izquierda. Un trasteo ortopédico y parsimonioso, laborioso también, demasiado largo. Una estocada.

Fue el preámbulo de un fastidioso y plúmbeo espectáculo apenas aliviado, en los estrictamente taurino, por pasajes sueltos de una afanosa faena de Roca Rey con un quinto toro muy cabezón, el más entero de los seis y el único que se empleó medio en serio y por abajo. Y aliviado, además, por los buenos apuntes y el asiento de Pablo Aguado en el toreo no del todo consumado a la verónica y por sus buenas maneras en dos faenas firmes pero sin el hilván preciso. Puestos a hacer distingos, el lote de Aguado fue el de peor nota.

La primera mitad de corrida fue una desdicha. Los cinco minutos con que se inició el paseíllo, el prólogo obligado en Vista Alegre para el torero que lo hace por última vez -el aurresku ceremonial bailado por un dantzari frente las cuadrillas- y un calor casi pegajoso se dejaron sentir como lastre añadido al pésimo juego del segundo y el tercer toro, brindados uno y otro por Roca Rey y Pablo Aguado al propio Ponce, como obligaba el protocolo y sin tener en cuenta la condición del enemigo. Tras el paseíllo Ponce recibió una gran ovación que salió a recoger desde el tercio.

La suerte de varas en el turno de Roca fue mera ficción y el toro se paró antes de las docena de embestidas contadas: las seis de una apertura por estatuarios abrochados con el natural y el de pecho, y las cinco de una tanda con la diestra de trazo largo y de nuevo el remate notable de pecho. Sin gota de sangre brava, se paró después el toro, que fue, además, bastante mirón. El toro de Aguado, corretón de partida, se rebrincó y apagó sin remedio. Se resistió lo indecible a acudir al caballo. La corrida toda sin excepción, las dos mitades, se lidió en varas con manifiesta desidia. La tropa, mal colocada; el matador, a la derecha del caballo; muchos capotazos de más; una llamativa falta de resolución.

Ponce brindó al público desde la boca de riego el cuarto toro, el último de su larga carrera en Bilbao entre 1991 y 2019, carrera sembrada de momentos memorables. Y después se fue a las tablas para brindarlo también, con palabras muy sentidas, al presentador de Televisión Española Ramón García "Ramontxu", seguidor suyo incondicional, que estaba en un burladero del callejón al lado del que fuera descubridor y apoderado de Ponce, Juan Ruiz Palomares. Antes del brindis, y ya picado el toro, Ponce le pegó diez o doce capotazos anestésicos, de doma y reducción, que tuvieron efectos perniciosos. Tronchado y molido, el toro claudicó más de una vez, no tuvo una sola embestida larga, no terminó de pasar. Pese a eso, Ponce se empeñó en otro largo trasteo sin brillo ni eco. Un pinchazo, un aviso y palmas cordiales que Ponce salió a recoger a los medios, desde donde se prodigó en reverencias y abrazos que provocaron una ovación de trueno y una vuelta al ruedo rápida pero con una propina inesperada: antes de terminar el recorrido, Ponce estrechó las manos del torilero y sus ayudantes y, luego, fue uno por uno estrechando las de los ocho areneros. El gesto levantó oleadas de aplausos.

Cumplidos los fastos, Roca Rey salió al ataque con el quinto, listo para darle le vuelta a la tortilla con el único toro que mal que bien peleó. Una apertura ligada de rodillas tuvo efecto despertador. Luego, una faena desigual, de trazo algo brusco por la mano derecha, sin parar pies con la izquierda y rematando tandas con soberbios pases de pecho. Roca buscó con éxito el arrimón. No consintió el toro. Unas manoletinas ceñidas antes de la igualada, un pinchazo en la suerte contraria y un sopapo.

Aguado se esmeró sereno con un sexto mole sin gasolina, un puro muermo. Llamó la atención su actitud formal. Más de dos horas y media de festejo. Duro de soportar.

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EL APARTADO: ADIÓS, PABLO; HOLA, JUAN

Cartel para hoy, sábado, 24 de agosto de 2024. 7ª de las Corridas Generales. Corrida mixta. Rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, en su última actuación en Bilbao, en esta su temporada de despedida de los ruedos. A pie: Diego Urdiales y Juan Ortega, que hace su presentación en esta plaza.

Ganaderías: Dos toros despuntados de San Pelayo, encaste Murube, para rejones y cuatro en lidia ordinaria de La Ventana del Puerto, encaste Domecq, segundo hierro de Puerto de San Lorenzo.

En invierno dio comienzo la campaña de despedidas de Pablo Hermoso en plazas mexicanas, ha hecho escala en casi veinte puertos españoles y franceses, hoy recala en Bilbao y el 29 de octubre cumplirá travesía en Sevilla. Una larga singladura de adioses y homenajes encadenados como nunca se ha conocido en el toreo. Con Pablo se irán los caballos de su cuadra, su furgón hotel y su nutrido equipo de colaboradores. Como si cerrara una empresa que no ha parado de producir durante treinta y tantos años las ilusiones propias del toreo a caballo. Es el final. Cierre por jubilación voluntaria.

En el cartel de la despedida de Sevilla, en festejo combinado, están anunciados Morante y Juan Ortega. O sea, artistas de rango particular. En la de Bilbao Juan Ortega, que se estrena en Vista Alegre, y cobra el protagonismo debido Diego Urdiales, o sea, la pureza clasicista y normativa. Un así se torea, O debería torearse.

Debuta con corrida completa pero de solo cuatro toros el hierro de La Ventana del Puerto, la variante Domecq de una ganadería emblema del encaste Atanasio como la del Puerto de San Lorenzo, clásica de Bilbao. Embestirá.

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Cuaderno de Bitácora.- En Zapore, una tienda de delicatessen en la calle Mercedes, la segunda o tercera en importancia de Las Arenas, vi a la venta y muy reclamada una tarta de queso manchego de una marca simpática: La abuela Cándida. Primera noticia de que el queso manchego se malogre convertido en tarta. Hay una marca de conservas de Santoña con nombre de mujer: Doña Tomasa. Lucían en el escaparate sardinillas picantes, paté de mejillones picante y navajas picantes también. También se vende sopa de pescado y crema de mariscos en lata de conserva. No picantes. De niño me acostumbré a comer sardinas pica-pica muy del gusto de mi padre. Luego, aprendí a comerlas sin picar. La campaña de la sardina en el Cantábrico se ve de año en año más recortada. Alarmante. En Santurce las siguen asando a diario en un clásico restorán junto al puerto y la ría- Tal vez me anime a hacer la visita. No a comer las sardinas, tan solo a olerlas.

Las Arenas están urbanizadas a la manera Cerdá, calles paralelas y perpendiculares de ancho parecido. La Mayor es más ancha que las demás. Llega hasta la plaza del Puente. La de  Mercedes hace una ligera curva. La de Andrés Larrazábal está peatonalizada y tiene terrazas concurridas. Las casas de primeros de siglo, de arquitectura regionalista norteña, son bastante más  bellas que la de finales o primeros de este. En el muelle de Churruca hay un bloque de viviendas de estilo racionalista muy logradas. Años 30- Cuando se compara la arquitectura de los años 30 en España con la de los 40, se te cae el alma a los pies. La llamada arquitectura imperial es cargante y pretenciosa, fea con ganas. Del regionalismo me quedo con los miradores: invento insuperable en un país con poco sol de invierno. Y muchas lluvias.
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Última actualización en Sábado, 24 de Agosto de 2024 08:23