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Se torea como se és. Juan Belmonte

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Madrid. Crónica de Barquerito: "Una soberbia faena de Damián Castaño"

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Con un bravo toro de Valdellán, el torero salmantino sorprende en Madrid con su valor, su temple y su sentido del toreo

Decepcionante la media corrida de Juan Luis Fraile


Madrid, domingo, 10 septiembre de 2023. (COLPISA, Barquerito).- Plaza de toros de Las Ventas: 1º de los desafíos ganaderos de septiembre. Lluvia en los tres últimos toros. 6.417 almas. Dos horas y veinticinco minutos de función. Tres toros de Valdellán (Fernando Álvarez), jugados por delante, y tres de Juan Luis Fraile.

Paco Ramos, silencio tras aviso y silencio. Damián Castaño, vuelta al ruedo y saludos desde el tercio. Luis Gerpe, silencio y palmas tras aviso.

SOMETIDA a la fórmula de los desafíos ganaderos -es decir, de dos hierros-, la corrida fue de dos partes más distintas de lo imaginado. Tanto la de Valdellán como la de Juan Luis Fraile son ganaderías de procedencia Graciliano Pérez-Tabernero por distintas vías. Se esperaban traza, hechuras y conductas, si no comunes, afines. No hubo tal. En primer lugar, porque los tres gracilianos de Valdellán fueron de son y estilo diferentes y, luego, porque con los tres de Juan Luis Fraile se dio el mismo caso.

Más armados y astifinos los tres frailes que los tres valdellanes, que se jugaron por delante. El cuarto de corrida, que abrió el turno de los de Fraile, fue el toro más en tipo de lo de Graciliano: largo, estrecho, negro zaino, gacho y afilado, y elástico de salida, pero solo entonces. Fue después el más reservón de todos, apalancado, parado en seco, genio dormido. Ni un pase. El quinto de sorteo, segundo de los frailes, estaba a dos meses de cumplir el tope reglamentario de los seis años. Claudicante, algo descoordinado, pegó trallazos, inválido a la defensiva por falta de fuerzas y malos apoyos. El sexto, la borla del rabo casi barriendo la arena -rasgo distintivo-, fue toro excesivamente flaco, frágil, topón antes de llegar a la docena de viajes.

De modo que la segunda parte, sonora decepción, hizo buena una frase hecha no siempre precisa: “segundas partes nunca fueron buenas”. Salvo la del Quijote. Bajo un diluvio sobrevenido -afinado por la Aemet- Paco Ramos solo pudo cortar por lo sano con el lindo cuarto y matarlo a la última: siete pinchazos, dos descabellos. Pitaron al toro en el arrastre. Damián Castaño, que acababa de encandilar en su primer turno con una soberbia faena, hizo el gasto con el toro más viejo de los jugados este año en Madrid, un quinto que se le quedó debajo y respondió a trallazo limpio. Con entereza admirable, Damián se puso por las dos manos, aguantó por las dos, tuvo al toro en pie, que no fue fácil, y lo tumbó de estocada atravesada cobrada con fe. De la reunión salió prendido y despedido, pero indemne. Lo sacaron a saludar al tercio. No solo por los méritos del trabajo, sino por el detalle de aceptar la salida del toro cuando más jarreaba y empezaba a encharcarse el piso. Luis Gerte porfió sin duelo con el último de la tarde, que estuvo en el alambre y apenas se empleó. Una estocada de riesgo.

Los tres toros de Valdellán se llevaron, por tanto, la palma. Un primero terciado, protestado por falta de trapío y por frágil también, que, sin meter los riñones, salió noble; un  tercero que metió la cara pero sin la menor entrega; y, en fin, un bravo segundo que peleó encelado en dos serios puyazos, escarbó mucho y, agresivo, descolgó después de banderillas -lidia sobresaliente de Marco Galán- y quiso en la muleta sin renuncios ni pruebas. Fue toro pronto. Con ese toro, que se fue entregando poco a poco, cuajó Damián Castaño una muy relevante faena, marcada por su brevedad y su intensidad, de una resolución memorable -estaba toreando desde el primer muletazo, las pausas fueron mínimas o ninguna- y de ajuste y encaje sobresalientes. Faena ligada, templada, poderosa, de impecable compostura y pasajes a cámara lenta. Los muletazos con la zurda, la mano difícil del toro, tuvieron particular mérito. La cosa toda cautivó. Los subrayados se dejaron sentir con pasión. Un pinchazo y una entera caída la dejaron sin más premio que el de una aclamada vuelta al ruedo.

Paco Ramos se compuso paciente y templado con el toro que rompió plaza, lo trató con suavidad, le midió las fuerzas como si le estuviera tomando el pulso y, cuando pareció a punto de rendirse, lo engancho por delante, le ganó pasos y con la mano izquierda dibujó naturales excelentes. Los pases de pecho en remates de tandas cortas fueron más que notables. La espada, talón de Aquiles del torero de Onda, pasó factura: tres pinchazos saliéndose de suerte y, en el segundo ataque, una entera ladeada en los bajos sin muerte. El tercer Valdellán, el toro de más carnes de la corrida, hondo, armado por delante, se escupió del caballo, se dolió en banderillas y se vino abajo en la muleta. Un trasteo convencional y algo teatral de Luis Gerpe, cogido a final de faena -una manoletina mal medida- pero ileso.

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Postdata para los íntimos.- En Valdellán -la única ganadería de bravo afincada en la provincia de León- hay un filón de bravura. El pasado carbonero de León es historia. La bravura es novedad.

Última actualización en Lunes, 11 de Septiembre de 2023 07:55