Novillada de desigual condición de Montealto
Debut interesante pero sin logros mayores de Jorge Molina y Sergio Rodríguez, arropados los dos por parroquia fiel
Madrid, martes, 23 de mayo de 2023. (COLPISA, Barquerito)
Madrid. 12ª de abono de San Isidro. Segunda novillada con picadores. Fresco, encapotado, chispeo intermitente, lluvia recia en el último toro. 17.918 almas. Dos horas y cuarto de función. Seis novillos de Montealto (Agustín Montes)
Jorge Martínez, ovación en los dos. Jorge Molina, ovación tras aviso en los dos. Sergio Rodríguez, ovación tras aviso y silencio tras un aviso. Molina, de Torrijos (Toledo), y Rodríguez, de Las Navas del Marqués (Ávila), nuevos en esta plaza.
Notable Juan Carlos Rey en brega y banderillas.
DE LAS TRES novilladas de San Isidro, nueve aspirantes en liza, saldrán elegidos tres para una novillada “de triunfadores” programada para el 25 de junio. Esta de Montealto era la segunda de las tres. La primera, hace una semana, con novillos muy complicados de Los Maños, dejó un candidato indiscutible -Cristián o Christian Parejo- y otro, Mario Navas, que no contará en el escrutinio porque, cogido por el sexto de aquel festejo, sufrió una fractura de clavícula que lo tendrá parado cuarenta días.
El aire de competición inherente a esta segunda prueba se dejó sentir en los tendidos -el público nómada de las Ventas propio de los festejos menores- y en el ruedo también: un exceso de alardes de los dos novilleros debutantes en Madrid, Jorge Molina y Sergio Rodríguez, precedidos los dos de buenos antecedentes.
En su tercera comparecencia en Madrid, y después de haber dejado huella de torero caro en las dos previas, Jorge Martínez, ya anunciada su alternativa para agosto en Almería, pareció ajeno a la disputa por pelea por las vacantes de junio. De son suave y pronto, muy bien hecho, colorado chorreado, el novillo que partió plaza fue propicio, pero a menos. Pegajoso de mitad de faena en adelante. Más cortos los viajes entonces, sin golpe de riñón, muletazos enganchados a partir de ese punto. Encajado y suelto en el recibo de capa, muy airoso en un logrado quite por chicuelinas, Jorge Martínez anduvo firme y seguro en faena armoniosa de generosas tandas, cumplida en muy poco terreno- señal de gobierno- y acogida con cierta distancia, frialdad. Muletazos de trazo fino y suelto, la gracia de un desplante oportuno y una buena estocada.
De los tres novillos jugador por delante, el mejor con diferencia fue el tercero, el de mejor nota en el caballo, el más codicioso y repetidor, embestidas descolgadas. Claro y sencillo. Demasiado aparatoso en su estreno en Madrid Sergio Rodríguez, espectacular apertura de rodillas, muy celebrada, pero disuelto el fervor por el abuso de cortes, paseos, posturas estudiadas, cites exagerados y pobre gobierno del toro. Un aviso antes de la igualada, dos pinchazos, una estocada soltando el engaño. Jorge Molina abrió faena con el astifino segundo con una notable tanda de dobladas que el toro pagó perdiendo luego las manos más de una vez. Una faena irregular, firme, pero cortada a capricho, pausas sin lógica, demasiado pendiente el torero del público -parroquia fiel- y solo levantada a última hora con una tanda redonda, pero una sola. Una estocada soltando el engaño y un descabello. Lo pararon cuando pretendió iniciar una vuelta al ruedo gratuita.
Para los tres primeros novillos hubo en el arrastre aplausos. Para los otros tres, no. El cuarto, suelto del caballo y en huida incierta después de banderillas, tuvo su trato. Crudo de varas, un punto encogido, metido en la muleta de Jorge Martínez, más firme que inspirado, centrado, seguro, algo distante. Faena de muchos muletazos, un bello final al ligar la trincherilla con el genuino de pecho muy bien tirado. Los detalles de calidad no se tuvieron apenas en cuenta. Una estocada soltando el engaño. Sin puntilla.
El quinto, abanto con avaricia, deambulante, ganas y ganas de correr, a veces en oleada o arreando, locas galopadas, picado en la puerta y al relance, no atendió a reclamo ni en la brega ni en banderillas y, sin embargo, se sujetó en una sorprendente tanda de apertura de Jorge Molina: banderas en tablas, dos, y por bajo tres muletazos rehilados y sostenidos por el torero en poste. Tan prometedor arranque no tuvo continuación, Los muletazos cambiados por la espalda a destiempo solo acentuaron la querencia a la huida del toro que Molina persiguió con más afán que acierto, apurando hasta el último viaje posible o imposible del toro. Revolcado en la reunión con la espada, dejó impresión de torero capaz. El sexto, con cuajo y hechuras de cuatreño, jugado en pleno chaparrón, se vino abajo antes de los diez viajes. Ahora no tuvo oportunidad alguna Sergio Rodríguez.
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Cuaderno de Bitácora.- La lluvia sobre las calvas resecas del talud norte de las Ventas. Como cayó tanta agua una hora antes de los toros, los caballos de pica se vistieron en las cuadras. Al pasear por la galería de gradas, a las seis y poco, cuando ya había dejado de llover, me llegaban fundidos los olores de las cuadras, que son de caballo y paja vieja, con los de los corrales y los de la tierra reseca del talud.