Daniel Luque, recibido con expectación, se deja querer en una templada pero larga faena
El viento castiga a los toreros
Oportunidad perdida para Téllez y De Manuel
Madrid, Viernes, 12 de mayo de 2023. (COLPISA, Barquerito)
Madrid. 3ª de San Isidro. Frio, muy ventoso y desapacible. 20.037 almas. Dos horas y cincuenta minutos de función. Seis toros de Juan Pedro Domecq.
Daniel Luque, ovación tras un aviso y palmas. Ángel Téllez, silencio tras aviso y silencio. Francisco de Manuel, silencio tras dos avisos y silencio tras un aviso.
Volteado en un quite por el primero, inerte al caer, Téllez fue llevado a la enfermería. Salió indemne para matar cuarto y sexto. Se corrieron turnos de salida.
Buenos pares de Iván García y Juan Navazo, que saludó.
DE ESPECTACULAR REMATE, cinqueña toda, variada, muy armada y astifina, la corrida de Juan Pedro Domecq se vio condicionada por el viento. No cesaron de soplar violentas ráfagas y levantarse remolinos durante las casi tres horas de festejo. Nobles sin excepción, no llegaron a orientarse los toros, ninguno de los seis, a pesar de los resabios propios de los días de viento que tropieza y engancha engaños, y descubre a los toreros. Flamearon capotes y muletas, por momentos indefensos los toreros.
No tardó en sonar la primera alarma. En el toro que partió plaza, Ángel Téllez salió en su turno a quitar capote a la espalda en los medios. Un primer lance apurado de tirón y sólo en el segundo, descubierto, se le vino encima el toro, se lo echó a los lomos y lo hizo caer en plancha. Tendido inerte en el suelo, pareció sin conocimiento.
De la enfermería iba a salir para matar, en cuarto lugar, el segundo toro del sorteo, el primero de su lote ya a turno corrido. El toro de mejor nota de los seis, que de salida correteó tanto como los demás, tomó capa con claridad, se durmió en el peto de pica y no precisó de probanzas siquiera porque al cuarto viaje ya estaba descolgado, queriendo y repitiendo. Codicia, fijeza y estilo. Tres de las cinco virtudes cardinales que Juan Pedro Domecq Solís quiso fijar en su ganadería. El toro fue y vino pronto, a son, templadamente. No se rompió con él Téllez. Faena despegada, que pecó de trivial, despegada, de perder pasos también. Corta y fría la apuesta, salidas impropias de suerte blandiendo al aire la espada. Antes de la igualada, con la mano izquierda, dibujó Téllez los mejores muletazos. Demasiado tarde. Antes de entrar con la espada, sonó un aviso. El viento fue, desde luego, circunstancia atenuante. Sonaron para el toro en el arrastre algunos pitos.
Con un aviso antes de cuadrar fue castigada la faena de mejor aire de la tarde, la de Daniel Luque al toro que revolcó a Téllez. Antes de la faena, un gracioso quite por tijerillas rematado con larga y, después de la cogida de Téllez, otro por chicuelinas para espantar del cuerpo el miedo a la gente. Muy ingeniosa la apertura de faena, en tanda mixta: a pies juntos por alto primero reclamando al toro sin rectificar en el ida y vuelta, y a compás abierto después y por bajo. De las rayas de sombra y toreando por delante se llevó el toro a terrenos de sol, donde parecía calmarse el viento, y, midiéndole las fuerzas -toro frágil por sangrado en exceso-, lo fue trayendo y llevando a placer, cadenciosamente. Un pulso más que notable. A menos el toro, que acabó por afligirse. Contra toda razón, Luque decidió prolongar faena y apurar del toro hasta el último suspiro, porque sintió que la gente estaba con él y celebrándolo. Por pasarse de faena, escuchó el aviso de castigo. Una estocada letal.
Francisco de Manuel tardó un mundo en dar con el terreno donde el segundo de la tarde quería sin recelo. En la raya primera de un tendido de sol, Un temerario arranque de faena -de rodillas en los medos, a merced del bravo aire del toro- fue por todo impropio. Demasiados enganchones. Aunque franco, tardo también, escarbó el toro. Largo el trasteo sin brillo. Aviso antes de la igualada y otro después.
Con Téllez atendido en la enfermería, Luque mató el segundo de un lote en tercer lugar. Toro muy pegado en el caballo, algo ahogado por exceso de carnes, apagadito, la cara alta, vino gateando, un punto mirón, muy desganado. El de menos corazón de los seis. Luque le anduvo con autoridad en un solo terreno y en señal de dominio. Soltando el engaño, cobró una excelente estocada.
Ni Francisco de Manuel ni Téllez se acoplaron con los dos últimos. El uno, con un toro que no fue ni sencillo ni imposible, pero que fue a su aire, y el otro con un sexto de calidades parecidas a las del primero de lote.