Una vibrante faena de Curro Díaz
Con el mejor toro de una corrida desigual y revuelta, el torero de Linares se inspira toreando al natural
Prometedora confirmación de alternativa de Borja Jiménez
Madrid, 9 abr. (COLPISA, Barquerito). Domingo, 9 de abril de 2013. Domingo de Resurrección. Plaza de toros de Las Ventas. Primaveral. 8.164 almas. Dos horas y media de función. Dos toros -1º y 4º- de El Tajo (José Miguel Arroyo, Joselito), uno -3º tris- de Martín Escribano y tres -2º, 5º y 6º- de Las Ramblas (Daniel Martínez).
Curro Díaz, ovación y saludos tras un aviso.
Borja Jiménez, que confirmó la alternativa, aplausos y silencio tras un aviso.
José Garrido, silencio tras un aviso y palmas.
Excelentes lances de brega de Curro Javier con el cuarto toro.
LOS TRES TOROS sorteados de Las Ramblas, de pintas parejas pero distinto remate, eran cinqueños. Cuatreños los otros tres: dos, de Joselito con el hierro de El Tajo, y uno, con el de Enrique Martín Arranz. Al ser corrida de tres hierros y distintas edades quedó desvirtuado de raíz el “desafío ganadero” previsto. El toro de Martín Arranz, protestado por falta de trapío, fue devuelto por claudicar. El primer sobrero, de Martín Lorca, cinqueño, enmorrillado, pero sin cuello, echó las manos por delante, las perdió después de la primera vara, cobró una segunda figurada -un picotazo-, apenas se tenía en pie y fue devuelto tras el segundo par de banderillas. El segundo sobrero, del segundo hierro de Martín Lorca, fue un gigantón de 600 kilos, un toro mole, tan talludo como astifino. Por falta de fuerza y brío no llegó a emplearse ni a crear más problema que el de su volumen. La primera parte de corrida, con sus dos sobreros y los diez minutos casi preceptivos del despeje de plaza, se comió hora y media.
Los dos toros de Joselito, primero y cuarto, fueron los de mejor juego. Los dos únicos que lo dieron. Con el uno, jabonero barroso, frío y andarín de salida, fijo después, pero apagado al cabo de veinte viajes, confirmó la alternativa Borja Jiménez. Una faena de dos mitades. Lograda la primera: una excelente apertura subrayada por tres trincheras de cartel en tanda bien cosida, una serie en redondo bien planteada. Algo fatigosa la segunda, toda ella por la mano izquierda, sin ligazón, sino en el uno a uno forzado por el apagón del toro, que dejó de repetir y se vino en embestidas más cortas. Cites frontales, pero muletazos sin continuidad. En un par de remates cambiados a media altura, la gracia de aire sevillano. En la suerte contraria, venido a tablas el toro, media tendida, entera desprendida y un descabello. Impresión de torero seguro, puesto y hecho.
Por todo un poco el otro toro de Joselito, el cuarto, fue el mejor de la corrida. Corretón de salida, escupido de un primer puyazo, tardo y escarbador antes de cobrar un segundo, fue lidiado primorosamente en banderillas por Curro Javier. En esos lances se descubrió el son del toro, apenas apuntado antes. Curro Díaz se entendió con él sin demora ni pruebas. Decisión, oficio, listeza, sitio, colocación, garbo. Todo eso fue el signo de una faena muy airosa, sin pausas ni cortes, ligeramente desigual, marcada por muletazos en redondo a brazo dormido y, sobre todas las cosas, encarecida por momentos de toreo al natural de soberbio dibujo. El rumbo agitanado de Curro, su habitual resolución, su grave desenfado. La cosa tuvo eco. Jaleo de acento deportivo a veces. Un pinchazo y una estocada desprendida soltando el engaño.
José Garrido, a la verónica, y Borja Jiménez, en réplica por chicuelinas, rivalizaron en quites en el toro de la alternativa. Ya no se vio más toreo de capa en toda la corrida. Tampoco más trabajos que los de mera porfía de Garrido con el sobrero gigante al que trató de traerse a tenaza y con el último de Las Ramblas, que, desganado, la cara arriba, se paró pronto. Curro Díaz anduvo seguro y animoso con el primero de los tres de Las Ramblas. Borja Jiménez se metió entre pitones del quinto de la tarde, el más armado pero el más frágil de todos, y en la distancia cero se batió el cobre sin apenas reconocimiento.