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Se torea como se és. Juan Belmonte

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Castellón: Una preciosa faena de Tomás Rufo

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El torero toledano repite en Castellón su triunfo de 2022, pero con particular categoría

Diego Ventura pone incandescente la cosa

Un excelente toro de Juan Pedro Domecq

Castellón, 19 mar. (COLPISA, Barquerito)

Domingo, 19 de marzo de 2023. Castellón. 6ª de la Magdalena. Primaveral. 7.000 almas. 2 horas y cuarto de función.

Dos toros despuntados para rejones de Los Espartales (Herederos de José Luis Iniesta) y cuatro de Juan Pedro Domecq en lidia ordinaria.

Diego Ventura, una oreja y una oreja. Alejandro Talavante, silencio y aplausos. Tomás Rufo, dos orejas y una oreja tras un aviso.

Álvaro de la Calle, sobresaliente, no fue invitado a intervenir.

EL MEJOR CON DIFERENCIA de los cuatro toros en puntas de Juan Pedro Domecq fue el sexto. El de más armónicas hechuras dentro de un lote de variadas pintas y bella lámina. Fue, además, el más entero. Encelado en el peto, empujó y recargó en vara única, coceó cuando trataban de quitarlo del caballo y, al librarse, claudicó. Había tomado el capote con son prometedor -delantales muy despacioso de Tomás Rufo en el recibo- y, después de picado, galopó en banderillas. A pesar de haber ya brindado el primero de lote, Rufo repitió brindis. Le había gustado el toro y con él vino a entenderse en seguida. No importó que un par de veces claudicara ligeramente el toro. En prueba de recursos propios del toreo campero, Rufo lo reclamó sin esconder la muleta y tirando de él suavemente. Respondió el toro, que dos veces más amagó con flaquear de manos sin llegar a perderlas. Ya estaba para entonces del todo asentado, embebido en el engaño y rendido a un sentido impecable del temple.

Una faena de Rufo de muy distinguida caligrafía, cadenciosa, rimada, de notable pureza. Toreo enroscado y ligado, continuado, sin pausas. Toro pronto y repetidor, acompasado al pulso lento y poderoso del torero toledano. Faena abundante, pero sin sobras, muy precisa. Espléndida la apuesta en los medios, en terrenos donde mejor y más quiso el toro. Cuando el toro empezó a perder gas, Rufo supo esperarlo y llevarlo cosido a la muleta. Además de la caligrafía contó el ajuste. Y, al cabo, la gravedad. Ninguna broma. Había sido generosa la segunda oreja con que se premió la primera de sus dos faenas, más aparatosa que esta otra -péndulos, circulares invertidos, los rizos sin espada del repertorio de Daniel Luque- y rubricada con una excelente estocada sin puntilla. Se quedó, en cambio, corto el premio de una sola para la obra mayor. La mejor faena de toda la feria. Un aviso, porque fue faena larga a pesar de carecer de pausas, y media estocada atravesada que preciso de un golpe de descabello.

Diego Ventura sacó a escena a las joyas de su cuadra-el Bronce, el Nómada, el Nazarí- y, aun siendo patente que vino a Castellón resentido y convaleciente de sus lesiones en hombro, rodilla y tibia, no escatimó esfuerzo, sino que llegó incluso a embalarse, a hacer del toreo a caballo una fiesta a toda trompeta que llegó al éxtasis colectivo en el cuarto toro de corrida, segundo de lote, no tan brioso como el primero pero igual de noble y pronto. Dos piruetas, una en la cara misma del toro, y una exhibición de galopes de costado fueron la seña del primer trabajo. La segunda faena fue un auténtico derroche: ataques al pitón contrario de extremo compromiso, pasadas sin cabezal, reuniones con el paso atrás. Un espectáculo trepidante. El rejón de muerte no entró hasta el tercer intento y, como en el caso de Rufo, la recompensa fue, por comparación, poco equitativa.

El primero de los cuatro juampedros, de son pastueño antes de varas y dolido en banderillas, las manos por delante, pidió la cuenta a los diez viajes. Talavante se atascó con la espada luego de un trajín ligero. El segundo de lote, un hermoso castaño, besó el suelo unas cuantas veces. Y no pasó nada.

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Cuaderno de bitácora.- El muelle pesquero es el más marinero del Grau. Las barcas, amarradas y alineadas, apenas mecidas. La lonja habría cerrado a primera hora de la mañana. El edificio pintado de azul cobalto tiene en el frontis lateral un mural de azulejo con una escena de trato de pesca. No es una subasta. Lo que sea. Los murales de azulejo son propios del país. En la plaza de Na Violant (doña Violante, la princesa húngara que casó con el Rey Jaime) se cuenta en diez tramos de mural la historia de la fundación de,la ciudad en  versión cristiana. El mural de la lonja es mucho menos formal tiene mucha más fuerza. Será el mar. Una interpretación fantasiosa del mercado de la pesca.Está firmado: G.Vallart.
La lonja estaba cerrada. El pescado se despacha o subasta muy temprano. Pero a las doce del mediodía había ya cola para comer en el Terra Milles, que, justo enfrente del mural de Vallart,  es un merendero con terraza cubierta donde se sirve pescado fresco del día, y arroces y fideuás. Precios y ambiente populares. No se admiten reservas. O entras en el primer turno, el de la 1, o esperas horas y media. El interior, de taberna marinera, es pequeño y acogedor. En días de diario no se llena.
Casi al lado, pero ya no en el muelle, hay otra taberna marinera, Ca la Mary, pero no es lo mismo. Tres tenedores, mantelería de algodón, mesas muy montadas y todo eso. El llamado "Puerto Azahar", todavía en el muelle deportivo, hay una colecciòn de chiringuitos de desigual fama. No tiene demasiada historia. Ni veinte años. No apetece. Están demasiado juntas las mesas. Es muy bonito el llamado edificio moruno donde se instalaron las oficinas de Obras del Puerto. En un pequeño estanque se puede hacer navegar barcos de juguete con un mando a distancia y previo pago. Vale la pena navegar. Los niños disfrutan. Si el mando está en manos del instructor, los barcos hacen maravillas. Y si no, no.
Cuando entró la fiebre constructora de la Diputaciòn -años 90 y primer quinquenio del 2000- construyeron en el muelle deportivo dos monumentales edificios que ahora parecen vacíos y ocultaron la vista del mar a los habitantes del paseo de Buenavista. No a todos. Hay algunos rascacielos.. No pensaron en los viandantes. Dos monstruos de hormigón. Y el Puerto de los chiringuitos... ¿para qué? El Club Náutico fue en su día víctima de la fiebre ladrillera. Los próceres abandonaron su sede primitiva, un estupendo caserón encalado con forma de barco 'proa resplandeciente- y se mudaron al lado a un edificio de cuatro plantas, plano como cualquiera de los levantados para oficinas. En el viejo club hay un restaurante llamado The Club. O sea, "muy exclusivo". Vanidad provinciana.
En el Grau se come de maravilla en tres sitios que conozco. Rafael, La Tasca del Puerto y Lola. Rafael está cerrado por obras. Arroces maravillosos. (No los compararía con los de Pepe Sospedra en el Taninos). La Tasca es elegante, silencioso, calidad. Lola, más económico, pero recomendable. Los domingos no abre Las Planas, que es adonde dirigía mis pasos de vuelta del Parque Litoral. Muchos bañistas, mañana de sol. En el Aeroclub he visto planear a un parapente. En el Golf no había nadie jugando. Y en un garito de la calleTárrega, he visto una oferta graciosa: "Hogacita con chorizo y vino de tinto de Villafamés, 2 euros y medio". ¡Hogacita!
(Mañana, de vuelta a Madrid)
Última actualización en Lunes, 20 de Marzo de 2023 10:55