TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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SALAMANCA. Crónica de Barquerito: "Roca Rey, una apisonadora"

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Fiel a su concepto, pero menos temerario, templado y asentado, inteligente y seguro, soberbio con la espada. el torero peruano hace pleno

La fortuna le sonríe con el mejor lote de garcigrandes

Vuelta para un tercero excelente.

Salamanca, 16 sep. (COLPISA, Barquerito)

Domingo, 16 de septiembre de 2018. Salamanca. 5ª de feria. No hay billetes. 10.000 almas. Bochorno. Dos horas y media de función. Seis toros de Justo Hernández. Todos, con el hierro de Garcigrande, salvo el cuarto, con el de Domingo Hernández. El tercero, Capitán, 520 kilos, premiado con vuelta en el arrastre.

Ponce, oreja y aplausos tras aviso. El Juli, silencio y ovación tras un aviso. Roca Rey, dos orejas tras un aviso y dos orejas.

LA CORRIDA DE GARCIGRANDE, la enésima del año, fue de dispar remate. Un quinto de cuna apaisada, playero, y un sexto mucho más serio que los cinco previos fueron los de aire más ofensivo. El tercero, un dije, de los de la colección infalible de peluches de sangre Juan Pedro Domecq, se tronchó un pitón, el derecho, al pelear en el caballo. Pelearían por toro tan lindo en el sorteo. Aunque se tuviera que enlotar con el quinto o con el sexto, que, culata formidable, fue el de más seria expresión.

 

El reparto de toros no se haría por pintas -tres negros y tres colorados- pero por pintas acabaron abiertos en lotes distintos. Ese tercero de tan ricas hechuras fue el primero en asomar de los tres colorados. Y entonces cambio de color la corrida. Casi una hora de festejo, un calor sofocante, la plaza hasta la bandera. Una oreja regalosa para Ponce, pero no había pasado casi nada.

Negros los dos primeros. Los dos acusaron la querencia al portón de corrales propia de los desenjaulados en el ruedo. El uno se acabó quedando en un terreno entre rayas y tablas de sol, que es el terreno predilecto de los que en La Glorieta mansean. El otro, sujetado enseguida por El Juli, cabeceó en protesta. Quiso irse y no pudo. Ninguna de las dos primeras faenas tuvo mayor relevancia. Después de arduo y largo empeño por tapar al toro para que no se le soltara por sistema, Ponce acabó la faena donde y como debiera haberla empezado: doblándose y donde el toro se empleó tan a última hora sin duelo. La faena de El Juli fue, a pesar de los pesares, de las de un solo terreno y, por tanto, poderosa. Cuando el toro escarbó y metió la cara entre las manos, cobró una tanda con la zurda de alto voltaje y cara resolución. A los méritos técnicos se sumó ese detalle. Ponce mató de estocada tendida; Julián, de entera caída y dos descabellos. Para los dos primeros toros, pitos en el arrastre.

La chispa viva del tercero se dejó sentir enseguida. No solo la manera de galopar. Sobre todo, la prontitud y la fijeza, que fueron dos de sus señas de identidad. Un puyazo duro y trasero, a tercio cambiado Roca Rey quitó en los medios por sedicentes chicuelinas, tres, dejando al toro llegar de largo, y dos más aparte cosidas con una tafallera, y el remate de revolera y larga a suerte cargada. El quite, ligero, se celebró de verdad.

Bravo en banderillas, parecía que el toro estaba por comerse el mundo. No paró de atacar, responder y repetir, y de hacerlo con una elasticidad particular. Con tal son que hasta se olvidó todo el mundo del pitón tronchado, que, por milagro, no le colgaba, sino que pendía como una horquilla. Roca abrió por estatuarios antes de enredarse acelerado con la diestra. Hasta que en una tercera tanda dejó de perder pasos y se templó. Los remates de pecho fueron espléndidos.

Tocaba ver la pelea con la izquierda y se quedó sin ver. Las embestidas del toro no fueron tan transparentes, sino tumultuosas. Y tras solo una tanda, Roca volvió al toreo en redondo, rehilado, enroscado, ahora despacioso, vertical, de llamativa soltura. Las pausas entre tanda, excesivamente parsimoniosas e impostadas, acabaron costando un aviso antes de la igualada Antes de ella, un desarme en un intento frustrado por la izquierda y una inquietante tanda de bernadinas de eléctrico efecto. Y una estocada de las que crujen al toro que sea. Para el toro se estuvo reclamando el indulto. Y Roca coqueteó con la idea. La vuelta al ruedo en el arrastre -los mulilleros, destocados- fue clamorosa. Y la de Roca Rey, todavía más. Mucho más.

Los otros dos toros colorados no tuvieron nada que ver con el premiado. A Ponce se le atragantó el cuarto desde el principio -estuvo pensando en pegarle un segundo puyazo- y anduvo sin fe en trasteo de recorrer mucha plaza sin causa. El Juli hizo el gasto con el quinto, que punteó y solo a última hora vino a entregarse. Contra costumbre, una faena larguísima, laboriosa, castigada por una desafinada interferencia de los músicos, que no han parado de dar la tabarra en toda la semana. Una estocada enhebrada y desdichada, y una segunda que no limpió el borrón.

A Ponce y a El Juli les pesaba la presencia tan fresca de Roca Rey. Y, encima. Roca repitió con el sexto en un trabajito de apertura temeraria -de largo el cambiado por la espalda y su coda de siempre- pero de notable sentido del toreo. Acoplado sin pruebas, firme de verdad las dos veces que el toro se le acostó y estuvo a punto de cogerlo, ajustado y templado, muy dueño del toro, una confianza absoluta y, ahora sin teatro del malo, dueño también de la escena. Clamorosa suficiencia. Y otro sopapo para que el toro, tan bien toreado, rodara sin remedio.

Postdata para los íntimos.- La Compañía de Jesús -los jesuitas- no fueron bien recibidos cuando trataron de instalarse en Salamanca a principios del siglo XVII. Parece que fue ayer. La hostilidad... ¡quién sabe por qué!

Salamanca era bastión de la poderosa Orden de Predicadores -dominicos- y dolería la rivalidad. Los dominicos estuvieron a punto de hacerse con el Papado -un Papa dominico. en sus momentos de mayor gloria -Trento, Fray Bartolomé de las Casas, el arzobispo Carranza, Domingo de Soto, Fray Francisco de Vitoria, ectétera- pero renunciaron voluntariamente a las intrigas.

Los jesuitas han tardado cuatro siglos en tener un Papa de su orden. Pero ya a principios del XVII intrigaban en la Corte. La Reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, puso al servicio de la Compañía todo el dinero del mundo. Bueno, no tanto. Ese edificio en mi opinión tan monstruoso que es la Clerecía se empezó a levantar hace cuatro siglos gracias al empeño de la Reina y sus confesores. Tardó siglo y medio en terminarse y antes de ser terminado el rey Carlos III expulsó a los jesuitas de España. A los de Salamanca también.

La Clerecía, sin terminar, pasó a ser cuartel, almacén y mil cosas más. Es y era como el rascacielos sagrado de Salamanca. Cabía de todo. Al cabo de los años ahí sigue, echándoles en altura un pulso a las cúpulas de las dos catedrales, pero sin poder con ellas. En tantos años de viajes y paseos por Salamanca no había reparado en que la trasera de la Clerecía, que no es ni fachada, es francamente fea, impropia de un edificio de tanta grandeza. Y ahí sigue. Sede de la Universidad Pontifica. Entiendo que con regidores de la Compañía. Los dominicos levantaron universidades en la América colonial y colonizada. Las vueltas que da la vida. Los dominicos habían sido disidentes, heterodoxos y modernistas. Los jesuitas, todo lo contrario. Pero pasados los años fueron los jesuitas quienes instalaron sus misiones colectivistas y comunistas en Paraguay, prredecesoras de la llamada Teologia de la Liberación, ideada por la Compañía en la América de habla española .Los dominicos se batieron en retirada, dejaron de hablar de leyes -su gran aportación cultural- y, marcha atrás, volvieron al socorrido tema del sexo de los ángeles, que, por cierto, tan de moda se ha puesto desde la llegada del primer Papa de la Compañía.

La casa de la compañía está en el Paseo de San Antonio, muy cerca de donde vivo. Es un edificio de aire castrense, como tantos de los jesuitas, elegante y con un jardín trasero que debe de ser una maravilla. Además de buenos arquitectos, los jesuitas han sido excelentes botánicos, y amantes de los árboles por tanto. El que fue gran jardín pasó a ser parque municipal hace muchos años. Solo un trocito menor se ha reservado para los dueños. El Parque de los Jesuitas, que tiene algo de jardín italiano y francés, es el gran pulmón verde de la ciudad. Cuidadísimo, se pasea a gusto y bien. Lo hago todos los años. Estaba pendiente este. Qué gusto. Era temprano, desierto el parque hasta que a las 10 de la mañana ha empezado una carrera desfile contra la violencia (de género). Pero no han hecho ruido. Al extremo del parque,orientadas al río, están las dos o tres plantas de la fábrica de fertilizantes Mirat. Fábricas de los años 20 o 30, calculo. No rompen el paisaje. La chimenea mayor humeaba. Como en los concilios de la Iglesia Católica cuando se elige Papa. Humo blanco.

Y de Mirat al jardín de Calixto y Melibea, que no tiene nada que ver con el Parque. Y de ahí a San Millán, donde se ha instalado un centro de interpretación de los monumentos de Salamanca muy logrado. Sale todo sobre la Clerecía. En la Vagada de la Palma había un mercado de artesanos concurridísimo. Me esperaba un amigo en Doctrinos para tomar un Muga, Y hablar de toros, que no es fácil. Como llegué tarde a comer, me quedé sin mesa en el San Antonio. En Casa Paco, en Canalejas, que llevaba tres años sin pisar, me han curado el hambre con cariño y croquetas. "Le hemos visto a usted en la televisión. No sabe cuánto nos alegra...". Gente amable

 

 

Última actualización en Martes, 18 de Septiembre de 2018 19:54