TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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SEVILLA. Cuaderno de Bitácora de Barquerito: "La Sevilla habitada y la deshabitada"

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CdBitácora. 21 de abril 2018

Uno de tantos distingos: la Sevilla habitada, la deshabitada, la inevitable y la inhabitable. La más habitada no sale en las postales para touristas: porque se trata de espacios interiores -el Alcázar sobre todo- y porque parece un decorado de película. En el corazón del centro -incluido el barrio de Santa Cruz, en la Macarena, la Alfalfa y el mismo Arenal- ha rincones de pararse a contemplar. Hay, también, edificios con puertas y ventanas tapiadas para evitar okupaciones.

En la plaza de Molviedro, de donde arranca Castelar, que lleva al Arenal por derecho, están tapiados tres palacios enteros, y eso le confiere al sitio aura de espacio fantasma. Solo que la cruz de hierro plantada en parterre central es, creo, la misma de aquella foto de color que Rafaelito Chicuelo encargó como cartel publicitario en 1956. El cartel, singular, cuelga en el cuarto interior de Sol y Sombra. El macro cartel de Antonio Ordóñez en el comedor de entrada de Las Piletas no solo es singular, sino una obra maestra dentro de su género. No sé de quién es el retrato. Tal vez de Pepe Arjona, que nunca trabajó el color porque el toreo es mucho más bonito en blanco y negro. Por ejemplo, la foto inmortal del Paula.

Muchos años después he vuelto a entrar en el Morales, una de las mejores tabernas antiguas de Sevilla, en García de Vinuesa, entre la catedral y el Arenal. Las tinajas, en dos de las cuales se pinta el menú con tiza blanca, son de 1920 o así. Los ventiladores en desuso no se han movido del sitio donde se plantaron y no se sabe si dan calor o frío. Los ventiladores americanos, pendientes del techo, andaban puestos. Me han contado que el garbanzo con tomate de Antonio Romero, en la calle Gamazo, es el manjar predilecto de los madrileños que bajan a la feria a hacerse fotos. Todo el que viene a Sevilla por primera vez trata de inmortalizarse. Esta es la ciudad de los inmortales anónimos convertidos en personajes de leyenda.

En los toros ha llovido. Por una de las escotillas de la grada alta, la del río, entraba una corriente traidora.