TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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BAYONA, FRANCIA. Crónica de Barquerito: "Una gran faena de Fernando Robleño"

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Cinco toros de Adolfo Martín de seria y variada conducta. Con el cuarto se rompe y entrega del torero de San Fernando en un trabajo de intensidad, recursos, valor y verdad

Bayona (Francia), 6 sep. (COLPISA, Barquerito)

Sábado, 6 de septiembre de 2014. Bayona (Francia). 1a de la Feria del Atlántico. 6.000 almas. Anticiclón, luminoso. Seis toros de Adolfo Martín. Corrida cinqueña muy armada con mayoría de toros pasos y vueltos. Salvo el primero, de pobre nota, todos dieron juego aunque ninguno de ellos llegara a romper del todo. Nobles los cinco, y con personalidad también. Ovacionados en el arrastre segundo, tercero y cuarto. Fernando Robleño, silencio y una oreja. Manuel Escribano, una oreja y silencio tras un aviso. Alberto Aguilar, saludos y silencio tras un aviso. Herido por el tercero Isaac Mesa: Cornada de 25 cms. En la región subescrotal con evisceración de los dos testículos. Fue operado en la enfermería de la plaza.

DOS HORAS Y MEDIA largas de corrida, no se aburrió nadie. Cinqueña la corrida de Adolfo Martín. De extraordinaria armadura. Mayoría de toros pasos y vueltos. El único que no lo fue, quinto de festejo, ligeramente cariavacado, astifino como ninguno. Cada toro, de una manera, como si fueran de reatas distintas. De distintos estilos fueron. No contó un primero casi playero de tan cornipaso: tardo, escarbador, aplomado y gazapón, solo se movió para defenderse. Pegó trallazos por las dos manos sin ser ni siquiera un toro agresivo. Resolvió con mucha seguridad Robleño. Media trasera y dos descabellos. Robleño iba a ser, sin embargo, el protagonista mayor de la terna. Y con Robleño, y la excepción del toro que abrió el desfile, la corrida de Adolfo, que fue de seria conducta. Tan seria como variada. Guerrera en el caballo pese al poco o desafortunado empeño de tres picadores. Los dos de Escribano, que arrearon sin piedad, y uno de los dos hermanos Sánchez Mora, de la cuadrilla de Alberto Aguilar.

Los piqueros de Robleño hicieron los deberes. Cumplidores en el caballo, y antes y después de varas, los toros de Adolfo se significaron por su seriedad de banderillas en adelante. Tuvo calidad el sexto, el más pronto de los seis, y el de tranco más largo: un toro cabezón que denunciaba por hechuras la procedencia Ibarra que de cuando en cuando rebota visible en la ganadería. Las hechuras y el son. Hasta que dijo el toro basta. ¡Basta! Las cosas de la edad. No hubo, sin embargo, toro pérfido. Ni uno. Ni siquiera ese sexto que tuvo entre las manos a Aguilar y casi a punto para empalarlo tras una caída en el remate de media garbosa tras tres lances de amplio vuelo. Aunque escarbó como enfermo de picazón, el astifino quinto tuvo la elasticidad propia del toro de Saltillo. No le encontró la manera Manuel Escribano. Lo desconcertó el toro a partir de no se sabe qué momento.

Escribano fue fiel a su guión prescrito de irse a porta gayola a saludar a los dos toros de lote. El primero no hizo ni por él. Este quinto vino con ganas y, librada la larga de rodillas, tomó el capote con gas. Apuntes de lance buenos, pero faltos de asiento y confianza.

Los tres toros de mejor aire fueron segundo, tercero y cuarto. El segundo, con una chispa de fiereza que no tuvo ningún otro. Y algunas embestidas tumultuosas. Un toro de mucha emoción, El tercero, de la histórica reata de los Barateros, intentó saltar la barrera pero se estrelló sin lograrlo y acusó las secuelas del porrazo. Y, sin embargo, humilló y descolgó. También oliscó de cuando en cuando. Una rareza. Escribano estuvo templado con el segundo pero abusó de pausas y paseos interminables entre tanda y tanda. Fue faena de más a menos, como todas las de ese género. Y de más a menos también la de Alberto Aguilar con el tercero. Buen arranque en redondo. Sin lógica un atragantado final en tablas con la izquierda.

Todo lo que pasó antes y después de que Robleño cuajara el cuarto de corrida en una faena todo verdad se midió por otros parámetros. Las diferencias se dejaron sentir. No es que el cuarto Adolfo fuera mejor ni peor que los dos recién jugados o que los dos que iban a soltarse luego. Solo que Robleño se atrevió con lo más difícil: dar distancia al toro, traerlo de largo, abrirlo, ligar sin perderle pasos y aguantar en el momento en que se vino a ventilar la faena: una tanda memorable con la izquierda, que fue el pitón díscolo del toro. La cara alta, viaje algo frenado y hasta frágil. No importó: una vez rendido el toro, Robleño se rompió del todo. Cites de frente y a pies juntos con la izquierda, el de pecho ligado con el natural enroscado. La muleta por delante, toques magistrales. No fue una faena bellista, tampoco falta de calidades. Pura intensidad. Ni una voz ni un zapatillazo ni un renuncio. Robleño no quiso ni que tocara la banda. Cuando el toro se le metía, se zafaba sin saltos, sino jugando con los pies. Cuando pesaba demasiado el viaje, lo libraba con el cambiado. Recursos, improvisación, valor, entrega. Sentido de la medida. Una estocada caída no fue borrón. Pero se llevó la que hubiera sido segunda oreja. Muy merecidamente.

Postdata para los íntimos.- Una fanfarría de Eauze, que se llama Los Armagnacs -con sus chalecos rojos y su canotier, y una bombardino muy fogosa. estaban tocado a mediodia en la rue de Espagne, casi delante de la catedral y en la escalinata del viejo Juzgado. Pasodobles. Y a esa hora, Ayamonte, que es tan sonoro. "El Atlántico", pensé. De Bayona a Ayamonte, ruta de viejas pesquerías. En busca de la gamba que solo se come en Sevilla y en un bar de la Alfalfa. Esa es la historia de un pasodoble.

Novedades muy vasquistas en Bayona: los toques de orden -cambios de tercio, salida de caballos y hasta los avisos- se dan con la gaita de Estella. Muy sorprendente. En el paseíllo, la Harmonie Bayonnaise ha tocado el internedio de Pan y Toros al modo Celidibache: lentísimo ritmo, se les caían a los músicos las notas casi al suelo. Una orquestina de grada de sol ha abundado en repertorio de coplas. De todo un poco.

Ya huele a champán en Francia. La crisis política es formidable. Hollande resiste. Están recortando las frecuencias de los trenes. Cuidado!

Última actualización en Miércoles, 10 de Septiembre de 2014 10:46