TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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MADRID. Crónica de Barquerito: "Afortunado retorno de los palhas a Madrid"

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Dos toros de buena nota dentro de una corrida poderosa y con personalidad. Una faena muy vibrante de Alberto Aguilar, otra notable pero a menos de Arturo Macías y el oficio capaz de Robleño

Madrid, 16 oct. (COLPISA, Barquerito)

Domingo, 16 de octubre de 2016. Madrid. Clausura de la temporada. 6.000 almas. Templado. Dos horas y cuarto de función. Robleño, atendido de una cornada no penetrante de 10 cms. en la región lateral del tórax de pronóstico leve. Seis toros de Palha (Joao Folque de Mendoça). Fernando Robleño, vuelta y silencio. Arturo Macías, algunos pitos y silencio tras un aviso. Alberto Aguilar, saludos y vuelta tras un aviso. Muy celebrados en el sexto los capotazos de brega de Iván García.

EMBISTIERON MUCHO Y bien dos toros de Joao Palha: un segundo corto y alzado, hocico afilado, percha severa, negro listón, y un sexto estrecho y hondo, bien armado pero no descarado. Los dos tuvieron por virtud común  en la muleta la prontitud, el humillar, el repetir  y la movilidad. Bramaron  bastante uno y otro. Ninguno de los dos fue de particular buena nota en varas, seña de identidad de la ganadería cuando el encaste predominante pasó a ser durante décadas Pinto Barreiros. Las líneas de los palhas de Joao Folque de Mendoça se han apartado bastante de lo de Pinto Barreiros, o lo han dejado en segundo plano.  Refrescada con sangres de Baltasar Ibán y Torrealta, la primitiva ganadería perdió parte de su fiereza y se fue abriendo, aligerando volúmenes, limando violencia.

Dos toros de tipo casi idéntico y un sexto emparentado con ellos, golpe visible de Contreras-Ibán,  en esta vuelta de la histórica divisa portuguesa a las Ventas tras tres años de ausencia. Pero no en feria, sino en la última corrida del curso en Madrid, que tuvo por eso algo de honor rendido.

Los toros gemelos fueron los dos primeros. Solo que el que partió plaza no tuvo ni la elasticidad ni el ritmo ni la codicia del segundo. El uno se llamaba Saltillo II; el otro Saltillo I. Resulta de siempre un enigma descifrar el código genético de cada uno de los toros de Palha, se lidien donde se lidien. Fueron fijos en Azpeitia durante cinco años, y en los tres primeros se vivieron fiestas toristas fantásticas, con abundantes muestras de los pintobarreiros originales. Tuvieron cartel en el circuito torista de Francia. En Madrid se han corrido en los últimos veinte años toros bravos. Bravos y punto. Un punto fiero. ¡Ah, sí, aquel toro de Luis Bolívar en San Isidro…!

No corridas completas, sin embargo. Tampoco está última lo fue. Desdijo mucho un cuarto burraco de traza nada común en el laboratorio de Joao Palha. Desdijo no tanto por la traza como por la mansedumbre: llegó a irse a la puerta de toriles en pleno trajín. Ni tercero ni quinto, bajos y cortos, muy ofensivos, fueron toros de los de sumar. Ni sumar ni restar. El uno por escarbador y reservón como casi todos los toros que escarban; el otro, que metió la cara muy a última hora, por informal. Dar un domingo tres toros de interés y una corrida poderosa y resistente  en Madrid es hablar de promedio notable.

Los dos toros de mejor nota fueron muy aplaudidos en el arrastre. Para el Saltillo que Arturo Macias toreó por delante, una ovación muy cerrada, y hasta petición de vuelta, que tuvo, por lo demás, carga de castigo para el torero mexicano. En su primera temporada española, de la mano de Antonio Corbacho, Macías sufrió dos gravísimas cornadas, las dos de toros de Palha, que le obligaron a cortar curso. En este regreso a Madrid se dejó ver un Macías maduro, refinado y templado, de firmar lindas cosas con el capote, de acoplarse y ligar en una primera mitad de faena al mejor de los Saltillos. Solo que quienes se pronuncian en la plaza de Madrid el día que sea tomaron de repente y radicalmente partido por el toro. Y entonces perdió tensión la faena, serena y paciente, despaciosa, y dejaron de contar los méritos del torero de Aguascalientes.

Para el toro Quitasustos que cerró temporada en Madrid, no tan redonda la ovación. Y no por falta de calidades: excelente el son por la mano izquierda, llamativa nobleza. Solo que Alberto Aguilar no remató con la espada ni con el verduguillo una faena vibrante y briosa, de cumplida fiesta por esa mano buena y solo por esa. Hasta cuatro tandas de seguro encaje, reuniones ajustadas, brazo suelto y ligazón. Y la salsa de ese don tan privativo del torero de Fuencarral, su manera de llegar a la gente con solo ponerse, plantarse, cruzarse o dejarse ver. Como la estocada, ladeada y sin muerte, precisó del refrendo de hasta seis descabellos, voló una recompensa mayor. Se sintió frustrada la gente. Se olvidaron del toro.

Robleño, arrollado y herido leve al recibir de rodillas desde los medios al primer Saltillo, se peleó bien con ese toro, lo sujetó en un solo terreno, le bajó la mano, lo llevó templado pese a las embestidas rebrincadas, le consintió cuando se le revolvió. Por larga,  perdió fuerza la faena, de torero capaz. Aguilar se descaró con el tercero, Macías volvió a dibujar con el quinto muletazos muy bonitos. Pero muy pocos.

Postdatapara los íntimos.- Y hoy toca dar de mano. Hasta marzo del 17. Si Dios quiere.
Última actualización en Lunes, 17 de Octubre de 2016 20:03