TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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En el cierre de la Feria de San Sebastián Ponce salva una tarde de desencanto.

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Enrique Ponce, nueva demostración de maestría y solvencia ante inválidos de Hugo Domingo.

El peruano Roca Rey arranca una oreja literalmente ante un lote de marrajos mansurrones de Hugo Domingo Molina.

RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ @rubenvillafraz

Fotos: Hugo Angulo Avendaño / “Cucú” Rincones

FICHA DEL FESTEJO

Feria de San Sebastián 2016. Domingo 31 de enero. V y última corrida de abono.

Con poco más de media plaza (aproximadamente 8500 personas), en tarde calurosa y nublada, se ha lidiado toros de RANCHO GRANDE (1º bis y 3º) EL PRADO (2º, 4º y 5º) y LA CONSOLACIÓN (6º) dispares de presencia y comportamiento, adoleciendo de fuerza y raza en forma alarmante. Pesos: 470, 442, 455, 460, 440 y 460 kilos.

ENRIQUE PONCE (Azul rey y oro): Silencio y dos orejas

CÉSAR VALENCIA (Nazareno y oro): Silencio y vuelta al ruedo

ROCA REY (Espuma de mar y oro con cabos blancos): Silencio y una oreja.

INCIDENCIAS: Poco a destacar entre las cuadrillas. *** Al final del festejo se anunció por parlantes de la plaza los triunfadores de la presente edición, destacando el diestro peruano Andrés Roca Rey como máximo triunfador del serial; Mejor Ganadería, El Capiro; Mejor Faena El Fandi, Mejor Estocada, Daniel Luque; Mejor Toro, «Limonero» de El Capiro, indultado por El Fandi la tarde del viernes; Mejor Novilllero, José Antonio Salas. Por su parte la Cámara Municipal otorgó los premios Antonio Aragón, en las categorías a Mejor Programa Taurino de Feria, Tertulia Taurina moderado por Kike Rosales quien así mismo fue reconocido como Mejor Narrador. Mejor Crónica Taurina para el Diario Frontera, en la persona del Dr. Rubén Darío Villafraz y Mejor Comentarista, Dr. Alí Méndez Vázquez.

SAN CRISTÓBAL (Enviado Especial).- El último capítulo de la FISS 2016 ha decepcionado por el escaso juego de los toros del Lic. Hugo Domingo Molina, quienes en su escasa e irregular presentación han desencantado por su mansedumbre supina que toma ribetes de preocupación. Ojalá que para nuestro feria emeritense, la que defendemos a capa y espada, no pase ello, aun cuando los augurios no son nada alentadores por lo visto por Pueblo Nuevo estos días.

 

 

Abrió plaza el veterano diestro Enrique Ponce, ante el invalido que cupo en suerte, y hubo de cambiarse, por el que iba ser cuarto de la tarde, berrendo capirote, botinero, que solo fue eso, fachada pues su nula bravura y escaso recorrido tras el fortísimo puyazo que recibió fue condicionante para que el diestro de Chiva se fuera sin pena ni gloria, tras despacharlo de media fulminante.

El sobrero de El Capiro que completó su lote, mucho más toro que los astados que habían salido hasta el momento hizo presagiar buenas opciones en su suave recibo de capa, para en varas emplearse el burel en buen puyazo, recargando y metiendo los riñones el pupilo de Don Dayro Chica. El trasteo muleteríl de Ponce sería un tratado de suavidad, templanza, tiempos y distancia sobre la mano diestra, haciendo ver mucho mejor de lo que era el negro morlaco colombiano, enroscándose la embestida a su dúctil cintura, componiendo la figura, cerrado entre las tablas y primera raya de picar, entre el burladero 1 y 2. El trincherazo, los molinetes y los forzados de pecho fueron “agua de mayo” en tarde árida de emociones. El espadazo al encuentro, entera, ligeramente desprendida, fulminante. La petición unánime hizo que inmediatamente se concedieran las dos orejas.

Tarde de contrastes para el menudo coleta César Valencia, al que se le esperaba mejores cosas…

Para César Valencia, representaba volver a la arena donde el año pasado hizo el grado de matador de toros, frente al anovillado castaño, que mínimamente fue picado, como para tomarle una muestra hematológica. Esto serviría para cuidar al máximo las embestidas de un animal que en las manos del menudo torero valenciano se vio  atropellado, incluso desacoplado a lo que presentaba en su recorrido, siempre  con un molesto cabeceo al final de cada muletazo. La estocada caída y un descabello, para ser silenciado.

Más enterado de lo planteado por el toro y un poco más reposado se vio a Valencia ante el quinto, cornalón pupilo de Hugo Domingo, al que se le dosificaría castigo en el caballo. Con la tela roja, César se observaría voluntarioso pero no del todo a gusto ante el desagradable punteo y molesto calamocheo al final de cada muletazo, en especial por el pitón derecho donde basó en su mayoría trasteo, alargando más de lo debido la faena. La estocada caída, nos alivió de mayores penas, dándose a su propio albedrío una vuelta al ruedo.

Un verdadero invalido, tenido en pie por alfileres, el que pasaportó en primer lugar del lote, al que pasó por ambas manos, intentando hacer lucir las mortecinas condiciones de fuerza y acometividad, colocando todo lo que le faltaba el toro en el ruedo. Los dos viajes con el acero, para ser silenciado, por cierto, de mal gusto que el palco presidencial le colocaran música en las postrimerías de faena, lo que exasperó a los presentes por tan desatinado criterio, uno más a lo largo de la feria.

El que cerró feria no desentonó del conjunto, anovillado castañito cornalón, al que ni siquiera picado –vaya por Dios que grave situación de descastamiento- para con la pañosa el joven peruano hilvanar una labor donde la emoción y entrega vino a cargo nuevamente del coleta peruano, quien se jugó el tipo en una demostración de valor espartano sin discusión alguna. Qué pena que este torero, que en un principio estuvo anunciado para la inminente Feria del Sol se cayera de los carteles, ante cuestiones de personalidad empresarial.

El espadazo caído, fulminante, hizo que la petición de trofeo fuera un vendaval para que remolonamente se concediera cuando las mulillas casi llevaban al toro su despojos.

Última actualización en Lunes, 01 de Febrero de 2016 19:29