TOROSDOS

Se torea como se és. Juan Belmonte

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Desde Bilbao los "Timbales" de Paco Cerezo

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TIMBALES

De "fallo técnico" podríamos calificar la novillada postrera celebrada en Vista Alegre.

Lo que pudo defenderse un mes atrás, era casi indefendible un mes después.

En plena otoñada, en lugares donde el otoño se deja sentir antes, y pese a los precios reducidos (de 5 a 10 €), apenas un cuarto del aforo cubierto.

Como diría el Guerra: La música y acá.

Es una pena que una novillada postinera se dé tan a destiempo, nunca mejor dicho.

Los dos primeros espadas del escalafón y la novedad de la última mujer novillera, con un puñado de novilladas en su curriculum, una novillada de garantía sobre el papel; luego, ya se sabe, y casi nulo poder de convocatoria.

Este festejo mete en Madrid tres cuartos de plaza, por que el sufrido aficionado venteño lo hubiera recibido con alborozo.

¡Con la cantidad de novilladas de trapillo que les endosan!

Aquí no ha pasado de ser lo que se pretendía.

Una novillada para cubrir el expediente y añadir a la exigua lista de festejos.

Todas las cosas exigen un mínimo de buen gusto.

En Bilbao esta dedicación y el buen parece reservado a las Corridas Generales, ese extraordinario escaparate, donde tirios y troyanos se desviven por aparecer, por que afición, afición...

Y algo habrá que decir de la novillada.

Pués vamos allá.

El maestro Ortega Cano, a través de sus pupilos, dejó ver una novillada con kilos, como ahora se lleva, y dos bravos y estupendos representantes que fueron tercero y sexto ¡Que casualidad!

Thomas Duffau estuvo florido y variado con la capichuela, que maneja muy requetebien.

Con la muleta el hombre estuvo allí, ante sus antagonistas que llegaron hechos polvo al trance final, entre piqueros y volteretones que se pegaron.

Juan del Alamo volvió a mostrarse el torerito enterado y con oficio, que logró la oreja de su primero tras un buen trasteo, y perdió los papeles a espadas, donde estuvo aperreado y le cayeron dos avisos en el quinto novillo.

Conchi Ríos, una chicarrona de Murcia, estuvo decidida en el de su presentación, que le metió un tortazo de padre y muy señor mío y, tras acabar con él, paso a recauchutados, vulgo enfermería.

Puestas las cosas como es debido, con el buen sexto logró los mejores naturales de la tarde.

Se arrodilló ante él, mostrándole sus poderes y lo mató brevemente.

Saludos versallescos y vuelta al ruedo faraónica.

La vuelta de Conchi Rios, cuando llovía a mares...

Otra vez más.

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Última actualización en Martes, 19 de Octubre de 2010 18:55